miércoles, 18 de agosto de 2010

Marcela otra vez

dejó de mandarme mails. Mi vida siguió, rearmando cuestiones que el arquitecto famoso había dejado de lado, tratando de escribir una nueva historia.
Un día la ví pasar con su bicicleta, mientras esperaba que el semáforo cambiara a verde, y esa misma tarde decidí mandarle un mail.

domingo, 15 de agosto de 2010

Hay que buscar esas botellas

"Muchacho, el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esas memorias." Leopoldo Marechal en "Megafón o la guerra"

Manuel y Julieta

Durante las noches de insomnio en Irlanda, Manuel recuerda a Juieta. Escondido tras el tapial del vecino, la escuchó gritar, la vió resistirse, la sintió sufrir y desaparecer. Durante esas noches de insomnio, Manuel grita, se resiste, sufre….y de algún modo también desaparece.
Sólo algunas noches, mientras su cuerpo agónico penetra en el cuerpo de Claudia, logra no recordarla.Por instantes. Amargo olvido.
Cuando recuerda que la olvidó por instantes, un ácido remordimiento le corroe por dentro.

Herr Kommissar

Julieta estaba desnuda sobre una mesa. era una mesa de madera vieja, sacada de alguna cocina. Tenía sus pies y sus manos atadas a las patas y un hilito de sangre corría desde su nariz hasta su boca.
Julieta era novia de uno de esos pibes que militaban en la juventud peronista. Lo conoció en la Facultad. Ella estudiaba el profesorado de Historia y el estudiaba Filosofía y Letras.
Estaba tomando mate en el departamento de este chico, que le habían dejado sus padres, cuando entraron 5 tipos ropiendo la puerta, y uno de ellos le rompió la nariz de un culatazo.
Julieta fue violada 15 veces en 2 días, 10 la violó "El Comisario" y 5 un petiso al que le decian "Petaca". Solo 5, porque era la pendeja del jefe y solo entraba a la piecita cuando el jefe le hacía un gesto con la cara, como diciendo "andá que te la presto".
Julieta ya no lloraba, ya no sentía sus manos, su espalda. Su cerebro solo funcionaba para recuerdos, como un proyector de diapositivas, diapositivas de sus padres que quedaron en Chabas, de sus hermanos que hacía unos meses que no veía, de las amigas de la escuela, del parcial que no pudo terminar.
El Comisario estaba en esa habitación, pero ella ya no lo notaba. No existian esas 4 paredes, solo el recuerdo de ese noviecito que conoció en la fiesta de fin de año.
El Comisario, se puso unos guantes del tipo quirurgico, no había tanta sangre bajo la mesa, sólo tenia costillas rotas y las piernas fracturadas.
Le susuró al oído de Julieta "tenés algo más para decirme", pero Julieta no escuchaba nada, solo veía como su abuelo la ayudaba a subirse a la bici con rueditas que le regalaron el día del niño. Entonces el Comisario empujó rápìdamente un pequeño cuchillo en el corazón de la jóven. Ella solo vió a su mamá que la llamaba para tomar la chocolatada.
El Petaca puteaba, porque si le pegaba un tiro, no tenia que limpiar tanta sangre, pero al Comisario le gustan los puñales.

La verdad de la milanesa está en el pan

Hoy, me mandaron un mail, que solo decía: "La verdad de la Milanesa está en el pan"...muy bien no entendí que quería decir...a veces esas frases pueden ser una genialidad o una boludez cósmica, como cuando uno mira las latas de Warhol y se pregunta si es un genio o un pelotudo que nos engañó. Por el remitente, me inclinaba más por el lado de la boludez.
La verdad de la milanesa, fue que Rubén hacía 10 días que no veía a Alejo porque se fué con la rubia unos dias a Punta del Este al departamento del político ese que le mueve el estofado.
Rubén no salía del departamento de pasillo. Elsa le cocinaba y le dejaba la ropa sobre la cama, casi siempre la misma ropa. Rubén le tenia miedo al viejo ese misterioso, su cara le resultaba familiar, como una cara vista en una pesadilla.
Solo veía la tele y dedicaba parte de su tiempo a leer la biblia, esa biblia que le acercó una de las doñas amiga de su vieja, cuando él estaba en terapia intesiva.
Esa tarde vió, en lo de Rial, como la niña Loly se peleaba con otra niña no tan conocida. Se preparó un café, que luego apoyó en la mesa de luz. Se recostó en la cama de dos plazas que fuera de sus viejos, y que ahora seguía en la misma habitación, con la mismas cortinas y el mismo cubrecama, que él recordaba de su niñez.
Apoyó la biblia en su pecho, y se murió.
Gómez me decía que es la mejor forma de morirse, porque uno no sufre.
Eso dice Gómez.

viernes, 13 de agosto de 2010

Mony en la isla

Colgaba la ropa en la soga, cuando Tato pasó a saludarme. Los mates dominicales eran una especie de ritual no acordado.
Yo andaba buscando lo que siempre encontramos los escritores en el mismo momento en que dejamos de buscar: temas y personajes para una futura novela.
Tato se sentó al lado de la rosa china, como lo hacía habitualmente. Sabía que era su lugar preferido. Quizás le gustara que una y otra vez yo le contara el origen de aquella planta, tan querida por mí. Pero , esta vez, no me dio tiempo a hacerlo.
-Sabe que al fin murió el hijo de Doña Elsa? Ayer lo velaron. Andaba como un alma en pena, la pobrecita. Fuimos varios vecinos de la cuadra a acompañarla. Cómo lloraba ! Abrazada a sus nietos que no se despegaban de su lado. Yo me quedé un rato nomás, porque se venía tormenta y no quería que me agarrara en pleno río. Pero la paraguaya , Rosario y la Juana se quedaban a pasar la noche.
-Finalmente se supo cómo fue el tema del accidente?
- Se supo y no se supo- sentenció Tato.
-Claro, siempre se sabe y no se sabe -pensé.
-Nadie me saca de la cabeza que andaba en algo raro. Demasiada guita en poco tiempo... ah!! no sabe el lío que se armó!! en medio del velorio aparecieron varias ex que lloraban alrededor del cajón. Entre algunas de ellas empezaron a gritarse, a echarse culpas.Un papelón!... La pobre Doña Elsa no sabía qué hacer.
Mientras Tato se reía contándome las escenas del velorio, yo cebaba mate, calladita. Pensaba que aún quedaba mucho por decir y escribir, antes de que las cucarachas nos sobrevivieran!

Yo fui al velorio de Rubén

Yo fui al velorio de Rubén. Me acuerdo que me mandó un mensajito Gómez y me quedé helado cuando leí “Falleció Rubén…lo velan en Caramuto”.
Gómez tenía mi celular porque le mandé a un par de pintores, que me habían quedado agendados, para que terminen su casa nueva de Funes.
Gómez seguía en contacto con Rubén, porque lo visitaba de vez en cuando en la casa de su vieja. Rubén no había quedado muy bien después de las operaciones. Gómez generalmente pasaba los viernes a tomar algún vinito que sacaba de su bodega y lo compartía con quien fuera su compinche por algunos años. Algo de lástima sentía por Rubén, creía que había pagado en demasía sus pecados, y el creía que ninguno del grupo estaba libre de pecados. Bueno, eso era lo que el creía…
Yo a Gómez lo seguí viendo, porque nuestros hijos eran compañeros de escuela, aunque esas reuniones que se hacían años anteriores, ya no se repitieron, ya sea porque Gómez la cago cuando se le tiró el lance a la contadora y el marido leyó el mail y casi lo mata a piñas en la puerta de la escuela, o porque no existián intereses comunes que perduraran en el tiempo, y con el tiempo nos dimos cuenta que muchos de esos intereses pasaban por las relaciones comerciales y sexuales aunque se tratara de un grupo de padres de un grupo de niños.
En fin, en la sala más pequeña, estaba el cajón, al que no me acerqué porque tengo cierta cosa que me impide acercarme a ver un muerto, supongo que es algo mas o menos normal. Estaba doña Elsa con un par de doñas más que la consolaban, estaba Gómez que me vino a saludar rápidamente y a decirme que los pintores lo habían cagado, o por lo menos esa era su versión, que es la versión del cliente, sin importarle que yo primero quería darle mis condolencias a la madre. En un rincón estaba ese viejo de mierda que vive en el pasillo de Elsa y me esquiva la mirada como siempre.
Y nadie más.
Creo que nadie más se enteró o nadie más quiso venir porque este tipo piola ya no era tan piola, ya no era tan rico, ya no era lo que era o lo que aparentaba ser. Era solo un muerto y fue un muerto en vida estos dos últimos años.
Las amantes lo odiaban por amante, las esposas por esposo, los clientes por delincuente, los amigos por mentiroso, Elsa no lo odiaba, Alejo no lo odiaba, yo no lo odiaba. No porque yo fuera un tipo compasivo y sintiera pena por él, simplemente cuando hice un balance durante esos quince minutos que duró mi estadía y que Gómez pudo respetar, nunca tuve nada más que un negocio de por medio y nuestros hijos eran compañeros, solo eso.
Ahora que lo pienso, no estoy seguro de eso…
Hay tantas cosas de las que no estoy seguro…